Experiencia de perdón resignificada (II)

Había una vez...

Una tapa, de esas que le pones a las plumas y marcadores, esta tapa cuando salió de la fabrica si tenía una pluma, de color azul para ser exactos, a la cuál pertenecer. El dueño de la pluma y de la tapa era un niño llamado Tomás, este niño era muy descuidado, así que ni siquiera había terminado su tarea cuando la pluma, rodó, rodó, rodó, siguió rodando, rodó un poco más y se detuvo. Luego llego a la puerta de la casa de Tomás, esta tapa estaba muy asustada, así que después de unos segundos de estar ahí estancada en el marco de la puerta pensó:

"En unos momentos mi dueño el niño humano Tomás (las tapas de plumas suelen clasificar todo según su especie y hasta a veces tamaño) me vendrá a buscar para juntarme de nuevo con mi pluma".

La verdad es que a Tomás le importaba poco dónde estaban sus cosas, ni bien terminó su tarea cuándo se puso a observar la TV en su programa favorito, en realidad el que encontró la tapa fue el gato negro de Tomás, la pluma se asusto demasiado y pensó "ahora este mamífero peludo de cuatro patas me va a venir a molestar", en realidad el gato si pudo reconocer que era una tapa de pluma y dijo para si mismo "la llevare con los demás objetos que tiene la señora que siempre me da de comer, me hace cosquillas, me limpia y acaricia, si de seguro ese es su lugar, es posible que me de un premio por llevarla" (cabe recalcar que este gato era muy gordo y comelón), así que decidió llevarlo con "la señora que siempre me da de comer, me hace cosquillas, me limpia y acaricia" que en realidad era la mamá de Tomás, tomo la tapa en su hocico y espero que su dueña entrara en su oficina para llevarle la tapa.

La madre de Tomás vio lo que su gato traía y dijo

-Ven minino, no te la vayas a tragar, tráela- el gato muy obedientemente se la llevo y la dejo a sus pies- muy bien eres un gato muy listo, ahora la voy a tomar y la voy a poner en su lugar, después te daré un premio por ser un gatito tan obediente- le dijo con voz dulce.

Puso a la tapa en una caja y en cuanto se fue la tapa, que había tenido los ojos cerrados ya que había sentido mucho miedo sobre estar en el hocico de un gato y ver su interior, así que abrió los ojos dispuesta a descubrir el mundo que tenía por delante y... oh! sorpresa se dio cuenta que estaba en una caja con un montón de plumas con tapa, esta decidió a presentarse aunque se veía muy oscuro

-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?- dijo con voz tímida- mi nombre es tapy y estoy aquí por error, pero me gustaría hacer amigos-.

-¿Amigos?, ¿Qué no tienes a tu pluma? esos son buenos amigos de tapas- le pregunto una pluma negra con tapa- Y si por el momento no puedes ver, no te preocupes ya te acostumbraras-.

-No, no tengo pluma la he perdido, y luego ese gato me trajo para acá y tengo mucho miedo- los demás útiles se rieron, entonces con voz maliciosa una pluma le dijo, -No te preocupes, si puedes con tu tacto ubica una pluma a tu derecha ella será tu nueva dueña.-

Nuestro amigo Tapy aceptó y se puso encima de la otra pluma, pero no era una pluma, era un lápiz muy gruñon, que se levantó de su siesta en ese momento y enfurecido dijo: -¿Quién es esa tapa, qué te crees? - la tapa con mucho miedo se bajó en ese instante del lápiz, mientras los demás útiles se reían. Tapy se sintió muy enojado con todos, con Tomás por haberlo dejado caer, con el gato por llevarlo, y con la señora por ponerlo en esta caja tan oscura, sucia y pequeña.

En eso la pluma que le había recomendado que se pusiera encima del lápiz se sintió muy arrepentida y le dijo -hey, no te quería hacer daño, ¿me perdonas?... por favor-

Tapy después de pensarlo le respondió que si, quién sabe capaz y llegaban a ser buenos amigos. Efectivamente lo fueron y Tapy aprendió a perdonar también a Tomás por haberlo dejado caer, al gato por llevarlo en la boca y a la mamá de Tomás por haberla puesto en la caja ya que sin ellos no habría conocido a nuevos amigos.

#EXPERIENCIA #PERDÓN