Experiencia resignificada de confrontación
- Mariana Montellano
- 24 may 2018
- 2 Min. de lectura
basada en una experiencia propia
El buzón de correo
Érase una vez, en una pequeña casa, un buzón de correo, ese buzón recibía el correo de la familia que habitaba en la casas con mucha alegría todos los días que llegaba el cartero, ese buzón había estado ya muchos años en esa casa, y la verdad era muy feliz.
El buzón no se quejaba de la familia a la que pertenecía, lo limpiaban todos los días, lo pintaban cada mes, cuando tenía cartas siempre lo abrían al escuchar que llegaba el cartero, etc.
Un día, por razones desconocidas, la familia dejo de ir a visitar al buzón, lo cual se le hacía raro ya que casi siempre tenían correspondencia, pasaron unas semanas y el buzón se dio cuenta de que la familia se estaba mudando y que tendría otros dueños, el buzón, aunque le daba algo de tristeza cambiar de familia, estaba muy emocionado porque conocería a sus nuevos dueños y tendría el honor de ser el que portara su correo.

Por fin el día llego, el buzón vio que un camión grande y amarillo de mudanza se paraba justo enfrente de la casa, estaba muy emocionado, vio que se bajaban unas personas de una camioneta que iba detrás del camión, estaba todo listo, había pasado los últimos días escribiendo una carta de presentación para cuando llegara el gran día; era el momento, las personas se acercaron a él y cuando el buzón empezó a presentarse lo callaron y le dejaron en claro que no querían que les dirigiera la palabra, que lo único que tenía que hacer era proteger su correo.
Pasaron los meses y el buzón estaba cansado de la forma en que la familia lo trataba, lo golpeaban cada vez que lo abrían para sacar el correo, su soporte estaba todo desgastado y roto, estaba oxidado y con algunas abolladuras hechas por los hijos de la familia, en fin, lo trataban muy mal.
Un día, el buzón tomó una decisión, estaba cansado de las condiciones en las que estaba viviendo, así que cuando sus dueños llegaron por el correo les dijo que ya no soportaría la manera en la que lo estaban tratando, que el solo quería tener una buena relación con ellos y poder ser el que les cuidara el correo, pero que si lo seguían tratando mal, se iría con otra familia.
Los dueños se dieron cuenta de que lo que hicieron había estado mal, así que se disculparon con él, lo arreglaron y a partir de ese momento lo cuidaron y le dieron un lugar importante en la casa.
Esta historia nos deja como enseñanza que debemos expresar como no sentimos, y si algo o alguien nos está dañando es más importante aún decirlo para detener esta situación y cuidar de nosotros mismos.
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